En el mes dedicado a la salud masculina les presentamos al terapeuta principal de Glavic Clinic, un hombre con pensamiento analítico que con su trabajo diario empuja los límites de la neurorrehabilitación. Su “look Movember” no es postureo, sino una actitud y un recordatorio de que la fuerza no viene de la rigidez, sino de la autoconciencia, la coherencia y las ganas que impulsan equipos enteros.
Filip Mikšić es una de las personas clave en el equipo de Glavic Clinic. Lleva casi dos décadas en el sector de la neurorrehabilitación. Ya como estudiante de fisioterapia le intrigó la complejidad, pero también la libertad y el enfoque individual que ofrece esta profesión. Comenzó su carrera en asociaciones para la parálisis cerebral y en unidades neurológicas de hospitales, pero su verdadero giro profesional ocurrió hace ocho años, al llegar a Glavic Clinic y encontrarse con la rehabilitación robótica:
Glavic Clinic era pionera cuando llegué, y hoy sigue siendo el único lugar en Croacia que ofrece este nivel de terapia. Eso me impulsó a pensar más allá de todo lo que antes sabía sobre rehabilitación. La neurorrehabilitación robótica me abrió todo un nuevo mundo de investigación.
Robótica y humanidad: el equilibrio de la nueva medicina
En una era en la que la medicina se apoya cada vez más en la tecnología, Filip recuerda que ningún algoritmo puede sustituir la intuición humana.
La robótica es una herramienta que eleva la neurorMikšićrehabilitación a un nivel superior. Pero no existe algoritmo que pueda reemplazar al ser humano. Colaboro continuamente con clínicos e instructores, hacemos sesiones de brainstorming para mejorar los dispositivos y aumentar la eficacia de nuestras terapias. Es la evolución tanto de la tecnología como de nosotros.
Su trabajo no solo muestra lo que la robótica puede hacer, sino hasta dónde puedes llegar cuando no te conformas con la mediocridad. Filip no solo crea protocolos terapéuticos; es quien cree que la neurorehabilitación no es solo la mecánica del cuerpo, sino también la arquitectura de la esperanza. Un proceso que exige creatividad, reflexión y empatía.
Como si fueras un arquitecto, construyes la sinergia entre el paciente, tú y el dispositivo. Debes saber reconocer cada detalle y ensamblarlo en un conjunto eficiente. La neurorrehabilitación es compleja, pero también enriquecedora. Te da la libertad de ser tú mismo. Hay en ella tanto arte como intuición.
La creatividad supera los límites de la tecnología y crea luz al final del túnel
Tras más de 2000 pacientes, Filip reconoce que aún se sorprende una y otra vez de lo que se puede lograr.
Este trabajo te exige ser creativo, no puedes limitarte a hacerlo por hacer. Ese es mi mayor motor. Cada paciente es un universo y te obliga a pensar fuera del molde. Con el mismo diagnóstico debes tener en cuenta el estado emocional, psicológico y social de cada paciente. Puedes aplicar un enfoque antiguo, algo que ya hiciste y aprendiste, y darte cuenta de que no funcionará igual con otros pacientes. Como quien dice, tiras todo por la borda y te abres por completo a nuevas opciones, enfoques, hipótesis de trabajo, visiones del concepto. Y cuando todo encaja, ves que los milagros realmente suceden.
La honestidad emocional como virtud profesional
Detrás de la serenidad y los movimientos precisos también reside una fortaleza emocional. Cuando le preguntamos a Filip cuánto exige emocionalmente el trabajo, no se andó con rodeos:
Mucho. Y eso está bien. No puedes llevar una coraza. Debes ser honesto, pero realista. Y siempre mantener la esperanza. Cuando el paciente ve que no le vendes una historia sino la realidad, entonces te acepta y va contigo hasta el final. Juntos superamos las dificultades, atravesamos trincheras y sentimos al unísono. Ese es el trabajo más honesto que existe. De él surgen pequeños milagros.
Para Filip, la esperanza no es una palabra abstracta, sino el núcleo del trabajo:
La neurorrehabilitación no es solo un procedimiento médico, sino un proceso interdisciplinario que incluye a la familia, el entorno, la motivación y la confianza. Todos los engranajes deben funcionar al unísono. Solo entonces la terapia tiene sentido.
Cuando la vida cambia, hay que encontrar la esperanza
¿Qué le dirías a las personas que no saben nada sobre la neurorrehabilitación y de pronto la necesitan?
Cuando sucede algo así, la vida cambia por completo, tanto para la persona como para su entorno. Cuanta más libertad pierde la persona, más esperanza se pierde. El camino es largo, pero siempre hay esperanza. No se trata solo de la motricidad, sino de la reconstrucción de la vida. Mi tarea es mostrar que la vida sigue valiendo la pena.
Una mirada contemporánea a la masculinidad
La identidad visual distintiva de Filip, estilizada, con un toque de encanto a la antigua y la actitud Movember, refleja su estilo de vida.
Así soy yo. Tanto en el trabajo como en lo personal. Desde niño, cuando patinaba y escuchaba punk. Solo hago aquello que tiene sentido para mí y que me hace feliz.
La filosofía de vida de Filip se diluye en su mundo profesional: busca constantemente formas de convertir la terapia en arte, de unir tecnología y calor humano, precisión y humanidad.